Cuando fumaba como dije anteriormente lo hacía muy seguido, tan
seguido que mis dedos en algunas ocasiones eran más amarillos que un chino. Podía
oler el tabaco en mis dedos y estos se tornaban amarillos como queriendo dar
una especie de advertencia sobre lo que estaba haciendo, pero como muchas veces
las ganas de fumar y la adicción en la que estaba metido no me dejaba ver con
claridad que el tabaco de alguna manera me estaba afectando. Estaba tan segado
por el humo del tabaco que no visualizaba que realmente me estaba haciendo daño
y el color cambiante de mi piel me los estaba mostrando, pero no, no lo podía ver.
Hoy que no fumo y veo esta imagen recuerdo las veces que recogía
colillas del suelo para poder fumar, o rescataba las colas de los ceniceros en
la casa para hacer uno con papel de liar, las ganas de fumar me estaba llevando
incluso a recoger lo que otros botaban para tener que fumar. En esa época tuve
los dedos más amarillos como nunca, y si mis dedos estaban así, ahora imagino
como debieron estar mis pulmones en aquella ocasión que encendí un cigarro con
la cola del otro.
Pero ¿cómo llegue hasta aquí?, ¿cómo fue que llegue a fumar
de tal manera que mis dedos se pusieron amarillos de nicotina y alquitrán?, hoy
lo pienso y creo que el hecho de que estaba consumiendo una producto que
destruye, mata y que además es adictivo, me importaba muy poco, lo único que quería
en esos momentos era fumar, no me importaba si olía mal, si mi aliento parecía un
cenicero o que mi ropa estuviera más ahumada que una sierra coquimbana. Las ganas
de fumar, me hacían pasar por alto cualquier idea del daño que me hacía fumar,
y por ello los dedos amarillos, en vez de ser una advertencia pasaron a ser
algo cool: “¡mira! Estoy fumando tanto que mis dedos ahora son amarillos, jaja”,
que idiota.
Hoy mis dedos no dejaron de ser feos, pero ya no son
amarillos y no huelen mal, y eso es muy agradable, ya que las manos son lo
primero que alguien mira cuando conoce a una persona, y para otros las manos
dicen mucho, y claro que sí, ahora que lo pienso mis manos estaban gritando: ”fumo
mucho y no soy capaz de esperar que mis dedos dejen de estar amarrillos para
fumar otro”, si hago una comparación ahora, no era tan distinto a aquel que
consume otra droga más fuerte como la pasta base o la cocaína.
El cómo deje de fumar, no importa, lo importante es que lo
pude hacer porque realmente quería, y si yo pude tú también, recuerda que debes
encontrar la motivación adecuada a ti, y dejar de tener dedos amarillos podría ser
una buena causa para determinar dejar de fumar de una vez por todas.
Comenta y comparte tu experiencia, me gustaría saber si también tienes los dedos amarillos y si estas dispuesto a dejar de fumar.
Comenta y comparte tu experiencia, me gustaría saber si también tienes los dedos amarillos y si estas dispuesto a dejar de fumar.